“La caridad, debe ser como una esperanza activa de lo que los otros pueden llegar a ser con la ayuda de nuestro sostén fraternal”.
Trabajos de Artesanías

“Vosotros mismos sabéis que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros…trabajando así, es como se debe socorrer a los débiles“ – Hechos 20,34
“Oh, cuán bueno es ver a las siervas de Dios ganarse la vida como el Apóstol, con el trabajo de sus manos, y no tener otro día de mañana que el de su Providencia” – Nuestra Santa Madre Juana Francisca de Chantal
“Vosotros mismos sabéis que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros…trabajando así, es como se debe socorrer a los débiles“ – Hechos 20,34
“Oh, cuán bueno es ver a las siervas de Dios ganarse la vida como el Apóstol, con el trabajo de sus manos, y no tener otro día de mañana que el de su Providencia” – Nuestra Santa Madre Juana Francisca de Chantal
Jesús ejerció entre nosotros un oficio humano. Sólo en Jesús descubrimos el sentido humano del trabajo y aprendemos a amarlo y a vivirlo como el medio en que de alguna manera expresamos nuestra relación con El.
Todo trabajo, hasta el más pequeño hecho en esta relación con El, realizado con amor es una respuesta sincera a la llamada de Dios. Y así todo es ofrecido como una oración vivida, como un diálogo de “Tú a tú” con Jesús que llega al Padre y le da Gloria. Así lo hacían María y san José en Nazareth.
De esta manera todo trabajo adquiere un nuevo valor: es un lugar de “encuentro” con El.
Revivimos, hacemos presente nuevamente el Misterio del servicio que María realiza en la Visitación.
Un servicio alegre, pronto, generoso, desinteresado, en una palabra: expresión de la caridad que debe animarnos.
Nuestros trabajos: Taller de Hostias
Trabajos en la Huerta
Vida Común y Fraternal en el Amor

Desde el Bautismo vivimos de la misma vida divina, pero estando dedicadas por nuestra consagración religiosa a Dios y a los demás, el Espíritu Santo nos reúne en el Nombre de Jesús para formar una verdadera familia.

Cristo que nos ha llamado y que vive en medio de nosotras realiza constantemente nuestra comunión. Nos ha reunido misteriosamente sin antes conocernos. La elección de “su comunidad” la hace Él.

Esta vida de caridad fraterna se desarrolla y se hace más profunda al compartir su oración, la liturgia, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en el Misterio Eucarístico.

Entramos así en el centro de la oración de Cristo y realizamos plenamente la unidad de la comunidad a imagen de la vida trinitaria en la que cada Persona es don de sí a las otras dos. Con ello, el Señor nos pide testimoniar ante la Iglesia y el mundo de que, las divisiones que separan a los hombres tienen una solución en la Cruz de Cristo, de las que juntas participamos diariamente.

Esta comunión continúa desarrollándose en la fe viva y en el amor de Dios: del mandamiento del Señor “amaos los unos a los otros”, cada una hace libremente y con toda generosidad una exigencia de su vida.

No teniendo todas sino un corazón y un alma, las hermanas recibimos de Cristo esta unidad. Llevamos las unas las cargas de las otras en una búsqueda valerosa de la verdad que libera.
“La caridad, debe ser como una esperanza activa de lo que los otros pueden llegar a ser con la ayuda de nuestro sostén fraternal”.

Por este lazo de caridad mutuo, la castidad se desarrolla en libertad de corazón y en amistad sincera abierta a todos; la pobreza llega a ser vida común en la que todo se comparte; la obediencia se transfigura en la voluntad de servicio mutuo.