Vida oculta con Cristo en Dios

Después de la Ascensión, Cristo se hace visible a través de su Cuerpo que es la Iglesia. Dentro de la Iglesia, la VIDA RELIGIOSA tiene como MISIÓN re-vivir (vivir de nuevo) y reproducir (producir de nuevo) de manera radical y absoluta la vida que Cristo tuvo en la tierra.
Cómo vivió Cristo en la tierra?
Cristo vivió para el Padre en la entrega y donación de todo su Ser:
- viviendo en total obediencia, es decir, en respuesta de amor a su Padre,
- viviendo en virginidad con un corazón indiviso, el amor total a su Padre
- viviendo en honda pobreza, teniendo como única riqueza a su Padre.
El Espíritu Santo después de la partida de Cristo al Cielo, suscita dentro de la Iglesia, los diversos carismas que harán presente todas las facetas de la Humanidad de Cristo. Por ejemplo: Cristo se hace presente predicando la Buena Nueva a través del carisma de Santo Domingo, de San Ignacios, etc… Cristo se presente pobre a través de los franciscanos, las clarisas…Cristo se hace presente curando a los enfermos a través de las Hijas de San Camilo, etc…Cristo se hace presente orando a su Padre en soledad a través de la vida contemplativa de clausura.
Y las Hijas de la Visitación ¿qué faceta de Cristo hacen presente en la Iglesia y a través de la Iglesia en el mundo? Aquí está nuestro espíritu: Jesús desea que, a través de nosotras, siga presente en el mundo
- su HUMILDAD,
- su DULZURA,
- su MANSEDUMBRE,
- su ALEGRIA Y
- su SENCILLEZ.
La Humildad y la dulzura
“El espíritu de la Visitación es un espíritu de profunda humildad para con Dios y de gran dulzura para con el prójimo.” – (San Francisco de Sales)

Nuestra vida es un mirar constante a Cristo Jesús dulce y humilde de Corazón. Sólo así aprendemos a captar el sentido, el alcance, la necesidad de la humildad en toda nuestra vida, a ejemplo de la Virgen María, “que habiéndose abandonado a Él, por un acto de caridad incomparable, llegó a ser la Madre del Altísimo”.
“Somos lo que somos delante de Dios y nada más” – (San Francisco de Sales)
La Humildad verdadera es generosa y valiente. Viviendo de cara a Cristo y al infinito amor que El nos tiene, es decir, en la libertad de la Verdad, caminamos sin temer nada, intentando ser fieles a todo cuanto sepamos nos pueda hacer más agradables a Dios, sin excepción de cosa alguna, y, al emprenderlo todo, creemos poderlo hacer todo, no por nosotras mismas sino en Cristo en quien ponemos toda nuestra confianza. La humildad nos hace entrar en la Verdad de Dios para abrirnos a Él como verdaderas pobres, reconocer sus dones y darle gracias por ello.
Esta humildad llega a ser olvido de sí en la paz. Nos conduce a la sencillez, o sea a una pertenencia sin división al Señor, al desprendimiento ante la opinión ajena y la voluntad de ser buenamente lo que Dios nos ha hecho. Verdad ante Dios, la humildad es también maestra de verdad en la vida fraterna. Con respecto al prójimo es dulzura: virtud salesiana por excelencia.

Nuestro Santo Padre Francisco de Sales fue un modelo acabado de esta virtud de la dulzura. Nuestra Santa Madre lo describe así: “Yo pienso que no se puede expresar con palabras esa exquisita dulzura que Dios había derramado en su alma, en su rostro, en sus ojos y en sus palabras”.

Uno de sus amigos decía: “Me parece que toda la dulzura que puede haber en un hombre se había concentrado en él. Jamás me cansé de verlo y de oírlo; era tan dulce y agradable que no hacía jamás una acción ni decía una palabra que no estuviera inspirada en la dulzura de Nuestro Señor. Parecía que en él, esta virtud se hubiera revestido de una forma humana y que era más bien la dulzura misma, que un hombre dotado de esa virtud.” Estos son algunos de los consejos que El nos dejó:
“Hija mía: permaneced toda en Dios; vivid santamente gozosa, dulce y apacible”.
“Vivid gozosa y sed generosa: Dios a quien amamos y a quien estamos consagrados nos quiere así”.
“Vivid gozosa ya que estáis consagrada al gozo eterno que es Dios mismo; que Él quiera vivir y reinar para siempre en nuestros corazones”.
“Mantened vuestro corazón muy dócil delante de Dios; andemos siempre gozosamente en su Presencia. Él nos ama, nos quiere; es todo nuestro este dulce Jesús. Hagámonos solamente suyos; amémoslo, querámoslo y aunque estemos en gran tormenta, mientras El nos sostenga, no tendremos nada que temer.”
“Vivid en paz y gozosa con todo lo que Dios quiera y haga en vuestro corazón”.

“Dentro del jardín de la Iglesia, las visitandinas somos las humildes y pequeñas violetas”.

Nuestra vocación específicamente visitandina es mostrar al mundo el Rostro Humilde y manso de Cristo, o más bien, entregar nuestra humanidad para que El pueda seguir ofreciéndole al mundo el Misterio de su Humildad y Dulzura que vibra en su Corazón y lo que cada ser humano necesita.